Paraguay avanza hacia un nuevo modelo de desarrollo industrial en el que la inocuidad alimentaria y el control de calidad ocupan un lugar central.
Así lo sostiene Francisco Martino, presidente de la Unión Industrial Paraguaya (UIP) Joven, quien en su segundo mandato al frente del gremio plantea una visión basada en la especialización, la producción de nicho y la diferenciación por estándares sanitarios y técnicos que permitan al país posicionarse competitivamente en el escenario internacional.
“La oportunidad de Paraguay está en producir a menor escala, pero con valor agregado y altos niveles de trazabilidad y calidad”, afirma Martino. En un entorno donde grandes potencias como Brasil o Argentina dominan por volumen, Paraguay apuesta por lo opuesto: flexibilidad, atención al detalle y capacidad para responder a mercados exigentes.
Un modelo basado en la inocuidad como ventaja competitiva
Para Martino, el desarrollo industrial del país en 2025 debe estar profundamente ligado a la capacidad de garantizar la inocuidad de los productos, especialmente en sectores como la industria alimenticia. Este rubro tiene, según el dirigente, el mayor potencial de crecimiento en Paraguay, no solo por la disponibilidad de materias primas y energía, sino porque puede convertirse en un sello distintivo de la industria nacional.
“Nosotros podemos ser el país que provea al mundo con nuestros alimentos”, sostiene, al referirse a un modelo productivo donde el cumplimiento de normas sanitarias, los sistemas de control de calidad y la trazabilidad de procesos juegan un papel estratégico en el acceso a mercados internacionales. Países del Mercosur, pero también naciones emergentes de Asia y África, representan oportunidades concretas para productos paraguayos que cumplan con estos estándares.
Innovación y tecnología para garantizar calidad
La incorporación de nuevas tecnologías, como la inteligencia artificial, es vista por Martino como una aliada clave para fortalecer los sistemas de control de calidad en las industrias. “La inteligencia artificial permite automatizar procesos como la organización de pedidos, la logística, e incluso el análisis de datos productivos. Eso libera tiempo y recursos para enfocarse en lo que realmente aporta valor: la innovación, el diseño y el aseguramiento de la calidad”.
El enfoque no es solo tecnológico, sino también generacional. Martino destaca que muchos de los cambios en el sector industrial dependen del impulso de los jóvenes emprendedores, quienes suelen estar más dispuestos a asumir riesgos, incorporar tecnologías y comprender los requisitos internacionales en cuanto a inocuidad y normativas técnicas.
Barreras estructurales que afectan la calidad
No obstante, los desafíos persisten. Uno de los principales obstáculos para los jóvenes industriales en Paraguay es el acceso a financiamiento adecuado para invertir en procesos de certificación, infraestructura sanitaria o automatización. Además, existen dificultades para producir insumos específicos como empaques o etiquetado en pequeñas cantidades, lo que eleva los costos para quienes buscan cumplir con normativas internacionales.
A eso se suma la necesidad de contar con políticas públicas claras y sostenidas que acompañen este proceso. Martino destaca avances como la creación de las Empresas por Acciones Simplificadas (EAS), que facilitaron la formalización de emprendimientos, o acuerdos sanitarios como el firmado entre Dinavisa y la Anmat argentina, que permiten el reconocimiento mutuo de registros y facilitan la exportación.
Aun así, insiste en que Paraguay necesita una política industrial integral que identifique claramente los sectores estratégicos donde el país puede destacarse y canalice los recursos del Estado y del sector privado hacia esos nichos.
Calidad como pasaporte al mundo
Para Francisco Martino y la nueva generación de industriales, el camino hacia una economía más sólida y exportadora pasa inevitablemente por la construcción de una reputación basada en la calidad. En un mundo donde los consumidores son cada vez más exigentes y donde los mercados imponen barreras no arancelarias vinculadas a la sanidad, la trazabilidad y el impacto ambiental, Paraguay tiene la oportunidad de presentarse como un país serio, confiable y comprometido con los más altos estándares. “Podemos ser pequeños en escala, pero grandes en calidad”, resume Martino. Un país que no compite por volumen, sino por confianza.
