Los productos frescos se han convertido en una tendencia importantísima en la lucha por aumentar la cuota de mercado entre las grandes cadenas de distribución. La estrategia en la que se enfocan pasa por priorizar la compra de productos frescos ante otro tipo de productos.
La consecuencia de todo lo anterior es que la demanda de productos frescos a los fabricantes por parte de las cadenas distribuidoras está creciendo, al mismo tiempo que aumentan las exigencias en cuanto a las propiedades organolépticas de estos productos.
Las propiedades organolépticas son aquellas características que se pueden percibir por los sentidos por ejemplo su sabor, textura, olor o color. Por regla general, según éstas sean percibidas por el consumidor, así será su percepción acerca de la calidad y frescura del alimento.
"Cuando un producto está desprovisto de información previa como el origen, la variedad, el precio..., el consumidor centra la valoración del producto en los atributos ligados al aspecto de los mismos, como el tamaño, el color, el brillo e incluso utilizan otros sentidos como el olfato o el tacto para emitir un juicio acerca de la calidad de los productos. Después de ello se produce la decisión de compra”. Afirma Rosa San Juan, técnica especializada en estudios de tracking de calidad organoléptica de Consumolab (primer centro español dedicado a la investigación y estudio de las preferencias de consumo propiedad de AINIA).
La manera de averiguar la forma en la que el consumidor percibe estas propiedades son los tracking de calidad organoléptica. Mediante esta tipología de estudios, las empresas pueden obtener información muy relevante de la aceptación sensorial de los productos frescos y cómo están posicionados frente otras referencias similares, pudiendo tomar acciones en cuanto a la compra de los mismos, selección de proveedores, variabilidad del producto según la época del año, etc.
El tracking de calidad de productos frescos (frutas, verduras, carnes, pescados) permite de manera rápida conocer a las empresas cuál es la percepción que tiene el consumidor de estos productos simulando la compra de los mismos en el lineal.
Es una metodología novedosa dado que los consumidores pueden valorar a nivel sensorial los productos reproduciendo la presentación de los mismos de forma similar a cómo se encuentran estos en los puntos de venta, pero a su vez el ensayo se realiza de manera controlada, dado que esta situación se reproduce en las propias instalaciones del laboratorio sensorial de Consumolab.
Este tipo de estudios adicionalmente permite investigar aspectos ligados a la proyección de la intención de compra de los productos que son valorados visualmente. Es posible conocer si los consumidores los comprarían sin conocimiento del precio y con conocimiento del precio. También es posible investigar aspectos relacionados con el envase del producto: presentación a granel y producto con flow-pack, etc.
La ventaja que tiene esta tipología de estudios es que posteriormente y en otra situación diferente estos mismos productos pueden ser degustados en boca. Los consumidores pasan a la sala de cata y aquellos productos que permitan ser probados en crudo son valorados a nivel sensorial. Siempre la presentación de los mismos se hace en ciego y desvinculada de la codificación de la primera parte del test (simulación del lineal).
En algunas ocasiones las respuestas de los consumidores son diferentes a lo que pensaban inicialmente, “me lo como con los ojos y luego no me gusta” o “no me gusta a nivel visual y luego está buenísimo”. En definitiva, esta es otra herramienta más para impulsar el marketing sensorial de su empresa.
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