A lo largo de la historia de la humanidad, la labor incansable de los agricultores ha sido la columna vertebral de nuestra supervivencia y bienestar.
En este contexto, el cultivo de cereales destaca como uno de los pilares que relaciona la destreza humana con la alimentación básica de las familias en todo el mundo.
A pesar del paso del tiempo y la evolución de nuestras sociedades, la importancia de los agricultores en el cultivo de alimentos, como el cereal, persiste de manera crucial y mantiene a esta fuente de nutrición como un ingrediente esencial en nuestra mesa.
En este viaje en el tiempo, nos encontramos con el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT), organización global que tiene como misión mejorar la seguridad alimentaria y reducir la pobreza.
Una labor que ha sido posible gracias al trabajo en conjunto con agricultores y socios en todo el mundo, quienes han enfocado sus esfuerzos para lograr un cultivo de maíz y trigo más eficiente y sostenible.
A través de la investigación y la innovación, el CIMMYT ha desempeñado un papel vital en la mejora de las variedades de cereales, el desarrollo de prácticas agrícolas sostenibles y la capacitación de agricultores para enfrentar los desafíos cambiantes del entorno agrícola. De la mano con Kellogg, CIMMYT mantiene el Programa de Apoyo al Abastecimiento Responsable en el que a la fecha se han sumado y capacitado a más de 400 agricultores utilizando técnicas de agricultura regenerativa.
En palabras de Louis Noel García Masse, un reconocido experto en agricultura y seguridad alimentaria del CIMMYT: “Los agricultores son los guardianes de nuestra herencia alimentaria, su labor conecta la tradición con la innovación, asegurando que las futuras generaciones continúen beneficiándose de los frutos de la tierra de manera sostenible.”
Sus palabras reflejan la esencia misma de la contribución de los agricultores en el cultivo del cereal. A pesar de las transformaciones sociales y tecnológicas, su papel como guardianes de la tierra y productores de alimentos esenciales sigue siendo inigualable.
La relevancia del cultivo de cereal en la alimentación familiar perdura con el paso de los años, ya que estos granos pueden proveer una fuente confiable de carbohidratos, vitaminas y minerales necesarios para una dieta balanceada. “Los cereales son parte de la conexión entre la tradición y deleite de nuestros alimentos.
Nos acompañan desde el pan, la tortilla o el cereal para el desayuno; hasta la elaboración del arroz, la pasta o la sopa de la tarde o el medio día. Son base de la alimentación para un gran número de hogares en el mundo,” insiste Elisa Gómez, gerente de nutrición para Kellogg LATAM.
La labor de los agricultores en el cultivo de cereal trasciende el tiempo y las fronteras. Su dedicación y esfuerzo son la razón por la cual el cereal sigue siendo un elemento básico en la alimentación de las familias en todo el mundo.
A medida que avanzamos hacia un futuro de incertidumbre ambiental y nutricional, es crucial valorar y apoyar a estos protectores de la tierra para garantizar la seguridad de las comidas de las generaciones venideras.
Reconocer y honrar a los productores es esencial para garantizar que el cultivo de cereales y la nutrición familiar perduren en armonía con el paso del tiempo.
Sobre todo, ahora que el mundo enfrenta el reto de garantizar la alimentación de una población creciente que demanda más recursos de los que el planeta le puede proporcionar, tal y como nos lo recordó la organización Global Footprint Network el pasado 2 de agosto en el Dia de la sobrecapacidad de la Tierra.
La industria alimentaria avanza a pasos agigantados hacia prácticas más industrializadas, pero el papel de los agricultores como defensores de la biodiversidad se vuelve aún más crítico.
Su laboriosa dedicación y profundo conocimiento no sólo proveen a las familias, sino que también sostienen a nuestras comunidades y culturas, además de aportar el conocimiento que permiten lograr la sustentabilidad necesaria para proteger la alimentación para el futuro.