Tinto, con burbuja, casi dulce, muy bajo alcohol, orgánico y de beber frío. Original de Italia, protagonista de fiestas y eventos de tendencia, este vino ya comienza a verse con mayor frecuencia en restaurantes y pizzerías también en Chile, para demostrar su llamativa espuma rojiza y lo fácil que resulta de tomar.
¿Principales características? La versatilidad para ajustarse a diferentes escenarios gastronómicos y la alegría que entrega en cada copa.
Está claro. Si se piensa en un vino con burbujas, el primer acercamiento mental va ser a una espigada copa de espumoso blanco. Sin embargo, en el universo de los frizzantes hay más que sólo eso.
El Lambrusco, vino tinto con burbujas, de origen italiano con Denominación de Origen Protegida (DOP), se volvió muy famoso en la Edad Media en su región natal como el clásico acompañamiento del pan y salame y sigue siendo el vino por excelencia en cualquier junta de amigos o familia.
Al país llegó por primera vez hace diez años de la mano de Tánico Chile, teniendo que cambiar incluso la ley local para poder ingresar un vino con tan baja graduación alcohólica.
Como una alternativa más que novedosa a la hora de beber un vino liviano y fresco, fue conquistando al público y el boca a boca lo llevó a ser buscado por los sommelier y los restaurantes locales, generando nuevas experiencias de maridaje, felicidad y disfrute al momento de comer y beber, con su marcado frescor y perfil a frutas rojas.
Aunque sin fecha de nacimiento clara, desde la época de los etruscos que hay huellas de su cultivo (al ser una cepa, además de un estilo de vino). Así, los primeros vestigios cuentan sobre un cierta ‘labrusca vitis’, descendiendo de la ‘vitis silvestris’, una cepa silvestre presente en Italia desde la antigüedad y considerada mal adaptada a la elaboración de vinos por su dureza (los romanos la llamaban ‘vitis labrusca’).
De esta forma, el Lambrusco como producto nació en cuatro zonas de viñedos de Emilia Romagna: Módena, Parma, Reggio nell’Emilia y Mantova (todas con alto contenido de sales minerales en sus suelos). Y desde ahí se difundió hacia los mercados nacionales y extranjeros. En cuanto a su producción, con el paso de los años también ha ido evolucionando, ya que mientras en sus inicios se ocupaba una técnica similar al champenoise, desde 1960 se optó por el método Charmat.
Aparte de su llamativo color rubí, el Lambrusco es un vino de características totalmente peculiares, inimitable y de gran versatilidad. Puede ser de boca más bien dulce o de un tono más seco, sumando más de 60 variedades, pero sin duda que los más valorados son los que están pensados para beberse jóvenes. Y, de la misma forma, no espera maridajes con comidas sofisticadas porque es de esos vinos que van bien con casi todo.
Algunos ejemplos a tener en cuenta, todos disponibles a través de Tánico Chile:
•Ceci Otello Nero di Lambrusco. El padre de los Lambrusco por esencia, elegido por 16 años como el mejor y destacado por su característica base cuadrada y origen orgánico. Tiene 11 grados de alcohol e intensas notas a moras y frutillas, nariz especiada y mineral; boca con notable equilibrio entre suavidad, dulzor, frescor y textura tánica junto a un final largo y profundo.
Armoniza de manera versátil con embutidos italianos, pastas y risottos de buena estructura, así como con quesos maduros medios y, casi obligadamente, con carnes a las brasas.
•Ceci Fortanina La Luna. Elaborado con cepa fortanina y biodinámico. De 7 grados de alcohol, entrega aromas a fruta roja como cereza y cereza negra con notas florales y especias dulces; textura tánica leve que armoniza bien con su frescura y dulzor, final largo e intrigante. Marida con embutidos tradicionales, pescados de contenido medio graso, ostras, y muy bien con postres a base de cremas de vainilla, frutillas y variedad de galletería.
•Ceci Amabile Giuseppe Verdi. El más amigable de todos, tiene 8,5 grados de alcohol, notas de bayas, de fresa a frambuesa y violeta; boca suave, redonda y equilibrada junto a un agradable frescor y suaves taninos. Por su carácter y estilo, es la mejor alternativa a la hora de pensar en terrazas, burbujas y cocktails.
Y si de coctelería se trata, el Lambrusco también puede estar a la altura y ser el protagonista de recetas tipo spritz y sours. Su carácter sorprendente y liviano, pero de gran sabor, lo convierte en un gran partner para este escenario durante todo el año.
Diferentes etiquetas y estilos de Lambrusco, acompañando preparaciones italianas clásicas así como también una buena empanada chilena o una exquisita tortilla española, ya se pueden encontrar en diferentes restaurantes de Santiago, Valparaíso, Antofagasta, Valdivia y Concepción.
La invitación es a descubrirlos, ya sea por compra directa a través de Tánico Chile, o visitando alguno de los locales donde está disponible, como Supermercado Diez, Pastificio, o restaurantes tipo Capogrossi, Buriana, Pastamore, La Bodeguilla de Cristóbal, Bar A La Carta (en Concepción), Rivoli, Piegari, Signore, In Pasta, Maniero, Brunapoli, Tiramisú, La Finestra o Capperi, entre otros.