La ganadería es un símbolo de identidad y pertenencia y, por eso, a lo largo de los años los criadores refuerzan su potencial a través del mejoramiento genético para adquirir competitividad en el mercado no solo nacional, sino internacional.
Dice la historia que la primera raza británica que ayudó a impulsar ese concepto intrínseco para la actividad pecuaria en el país fue la Shorthorn, con el toro Tarquino, que ingresó el escocés John Miller allá por 1823.
Ese acervo de cultura lleva a recordar que este año se cumplen dos siglos desde la introducción de ese toro y la raza que por entonces era conocida como Durham. La raza que hoy en el país tiene inscriptos en el herd book más de 500.000 animales de pedigree, no solo potenció la genética, sino que también la industria cárnica nacional en el exterior.
“Tarquino fue el primer toro británico que se trajo en 1823, si bien no hay un registro exacto de la llegada, se toma porque hay fechas desde el registro general de marcas de la Nación. Se ha buscado en registros de Inglaterra, pero hay varias salidas de toros con el mismo nombre”, dijo Carlos Dawney, presidente de la Asociación Argentina Criadores de Shorthorn.
En la entidad mencionan que según los registros oficiales, antes de 1823, Miller era dueño de La Caledonia, una estancia de Cañuelas, en la provincia de Buenos Aires, que en el Archivo General de la Nación tiene registro de tres marcas para herrar los animales de su estancia.
Con la cruza de este ejemplar, el primer cambio que se vio fue en la línea de producción sobre los animales cimarrones y criollos. Desde entonces, comenzó la proliferación de criaderos de la raza, quienes iniciaron la etapa de mestización del ganado criollo con la introducción del primer vacuno Shorthorn. La idea era el mejoramiento genético para incrementar su desarrollo, productividad y competitividad.
“La llegada de Tarquino fue la piedra basal para que se fuera generando poco a poco un rodeo nacional, que luego se consagró con la llegada de la industria frigorífica, que pasó a ser una de las nacionales más importantes en cuanto a cantidad de carne, pero sobre todo reconocida en cuanto a la calidad. Esa calidad empezó de la mano de este toro”, agregó.
Dawney explicó que la raza llegó a ser la principal a nivel nacional. Luego tuvo un período de estancamiento y la están intentando volver a impulsar. “La valoramos como una raza muy útil y carnicera, que da mucha calidad tanto en sus puras como en sus cruzas”, afirmó.
A través de su propio rodeo de cría que hacen en la cabaña El Chajá da cuenta de que esta “es una raza que aporta fertilidad, es eficiente y dócil”.
A lo largo de estos 200 años, la raza que transformó la delimitación de los campos con los alambrados, se ha adaptado a los distintos ecosistemas argentinos: hay ejemplares de la raza desde el Chaco hasta Santa Cruz. La otra parte de este cambio se observó al organizar el rodeo como tal, es decir, con un toro padre y las mejores madres.
En medio de los desafíos que hoy enfrenta la ganadería, producto de la sequía, cada tanto, dicen, meten un gol con ejemplares que los llevan a la cima de las competencias internacionales, como la reciente Champion Of the World, que consagró a un toro, producto de una copropiedad, como Gran Campeón del Mundo. Además, la raza ha exportado genética a Canadá y Estados Unidos, donde están contentos con el biotipo de la hacienda argentina.
Alejandro Ferrero es un histórico referente de la entidad y la raza en el país y recuerda que el primer comprador mundial de la carne argentina era el Reino Unido, de quien a su vez se usaba su genética y posteriormente se le vendía la producción. “Después del ingreso de Tarquino y de varios reproductores se creó el libro del criador, donde se llevan los registros de pedigree, que comenzó a llevar La Rural. Shorthorn ostenta el primer libro de criadores”, indicó.
En la década del 50, con la idea de mejorar la relación carne y grasa, después de que los mercados comenzaran a demandar carne magra, se comenzó a mejorar la genética. “Hoy se sigue usando genética de algunos países del mundo, la raza está en su mejor momento.
Esto le permite volver a crecer ahora, ya que hasta la década del 60 era la dominante en el país. Por errores de selección se quedó atrás y lo superaron las otras. Ahora superó ese traspié y está siendo una herramienta importante para dar calidad, mansedumbre y precocidad a la ganadería”, detalló.
Gonzalo Vidal es un criador de 61 años, ingeniero agrónomo de larga trayectoria y conocimiento de la raza que potencia con la cabaña El Carmen.
Su bisabuelo aprendió a amar la ganadería y a estimular el crecimiento en el país. “A esta raza, uno le tiene mucho cariño y hay mucho por hacerse, como un restyling para poder ubicarla y tener un montón de usuarios como los cruzadores, los que hacen consumo final, que son los que realmente se mueven en el perímetro, ya que son la mayor cantidad de productores”, indicó.
Tarquino, reiteró Vidal, le cambió la vida a la ganadería argentina. “Es la raza madre, fue la primera que se introdujo y fue la que tuvo mayor volumen de animales inscriptos en su momento, por la cantidad de rodeos Shorthorn que se armaron. Esta tenía dos características específicas: había un rodeo lechero y uno carnicero, es decir, tuvo las dos opciones”, afirmó.
El también tesorero de la entidad de los criadores de Shorthorn destacó sobre la raza: “Es la base o el pilar por el que después comenzaron a aparecer otros toros, como el de Hereford y el de Angus. También hay que reconocer que todas estas razas son mejoradoras, porque se usan para cruzar los animales para mejorar el rodeo”, consideró.
Se armaron las razas cruzantes y también, en los últimos años, las copropiedades. En esta última opción, por ejemplo, uno pone el embrión y otro el campo. Y surge un toro con una gran performance, como fue el caso de Bartolomé, que antes de alzar el primer título internacional salió Gran Campeón en la Exposición Rural de Palermo el año pasado.
“Eso indica que tenés una línea de usuarios que van a empezar con este tipo de toros que son mejoradores”, amplió.
Bartolomé, que fue el fruto de su esfuerzo, compitió recientemente contra un toro norteamericano, un uruguayo y un canadiense, y se quedó con el gran título en la Champion Of the World. En esta competencia también participaron y ganaron el Gran Campeón de Angus y Wagyu, donde la Argentina se presentó con tres de los grandes campeones de la Rural de Palermo y obtuvo los respectivos primeros lugares.
“Fue un año muy agradable para la ganadería argentina. No hay dudas de que esto te da muchísimas satisfacciones. Uno es un enamorado y es una satisfacción personal, porque muchas veces la gente no tiene esa oportunidad, cada tanto metes un gol”, amplió.
En abril próximo, la asociación tiene pensado conmemorar la llegada de Tarquino a la Argentina con varios eventos ganaderos en el país.