Por primera vez en Argentina y con escasos antecedentes en el mundo, técnicos de INTA y Senasa detectaron la presencia de la bacteria Xylella fastidiosa en olivos de la variedad Arauco, ubicados en la zona de Aimogasta (La Rioja) y de Cruz del Eje (Córdoba).
De las 50 plantas analizadas, en casi el 50% se encontró la bacteria, la cual se propaga con facilidad a través de una chicharrita y provoca el desecamiento de los ejemplares.
“Lo particular de estas chicharritas es que son polífagas y cambian de hospedante muy rápidamente”, aseguró la especialista del Instituto de Patología Vegetal del INTA, Raquel Haelterman, al tiempo que señaló: “Estos insectos se alimentan de diversas especies y eso potencia la diseminación de la bacteria”. Según explicó, los síntomas observados en las plantas fueron: decaimiento, coloración poco brillante de las hojas, defoliación parcial, muerte de ramas y quemado de la punta de la hoja (fenómeno conocido como “punta de flecha”). En esa línea, remarcó la importancia de este último síntoma, dado que suele ser característico de la acción de la bacteria, aunque aún se trata de establecer si los daños fueron causados por ésta o si también actuaron otros patógenos.
La muestra analizada estuvo compuesta por ramas y hojas de 50 ejemplares, que presentaban la sintomatología, extraídos de cultivos tradicionales de la zona de Aimogasta y Cruz del Eje. En particular, según indicó la especialista, se estudió el pecíolo y la nervadura, ya que es en los vasos xilemáticos de esos órganos donde el patógeno alcanza su mayor concentración. A diferencia de los vasos floemáticos que transportan los productos derivados de la fotosíntesis, los vasos xilemáticos conducen el agua y los nutrientes y se encuentran en el tallo, los pecíolos y las hojas.
“Esta bacteria no afecta otros tejidos, sino que se asienta en estos vasos, los tapona y eso produce el marchitamiento y el secado del borde de las hojas”, señaló. “Se trata de una bacteria bastante difícil de aislar y, por eso, se la analiza a través de pruebas serológicas y moleculares”, explicó, quien además agregó: “Hasta ahora se la encontró en olivos de la variedad Arauco, una de las especies más requerida en el mercado y cultivada en la zona, ya que produce una aceituna de mesa con buen tamaño y cuyo fruto es autóctono”.
De acuerdo con los datos del Ministerio de Agricultura de la Nación, la Argentina es el primer productor de olivo en América del Sur con una superficie cultivada de 102.000 hectáreas. Entre los años 2000 y 2011, la elaboración de aceite de oliva creció un 239 por ciento mientras la producción de aceitunas de mesa se incrementó casi un 90 por ciento. Durante el primer trimestre de 2011, se exportaron 2494 toneladas de aceitunas de mesa por un valor de 9 millones de dólares.
Respecto de los principales destinos, se destaca Brasil con una mayor participación, seguido de Estados Unidos, Uruguay, Chile y Venezuela, entre otros. “Junto con el Senasa, tenemos previsto realizar un monitoreo para determinar en qué otra región olivícola está presente la bacteria, en qué otras especies la podemos detectar y cuál sería la chicharrita que la transmite”, anticipó Haelterman sobre la investigación llevada a cabo en el marco del Programa Nacional de Protección Vegetal de INTA.
La especialista dijo que la bacteria Xylella fastidiosa fue detectada por primera vez en 1890 en la vid en Estados Unidos. Luego, entre 1935 y 1940, se la encontró en ciruelos del Delta del Paraná y provocó la muerte de 500.000 ejemplares. “En aquel momento no había antecedentes bibliográficos de alguna afección similar en el mundo y se pensaba que era un virus transmitido a través de los injertos a otras plantas”, agregó. “Recién en 1976 con la microscopía electrónica, pudo observarse este microorganismo y confirmarse que se trataba de una bacteria, cuya pared era ondulada”, apuntó. Anteriormente, continuó, se pensaba que era un virus, pero a partir de la observación, se sospechó que podía ser similar a un tipo de bacteria presente en los animales, dada la característica de su pared.
“Desde aquel momento, se la comenzó a llamar bacteria tipo Rickettsia hasta que, en estudios sucesivos, se comprobó que no tenía vinculación con éstas y pasó a denominarse ‘bacteria limitada al xilema’, debido a que se asienta en los vasos xilemáticos de las plantas”, detalló. Tras la muerte de las plantas infectadas y el cese de la actividad frutícola en la zona del Delta, la plaga no se extendió al resto de las zonas productivas. Posteriormente, la bacteria se declaró como plaga nacional y, para la década del ’90, volvió a hallársela en almendros de la región de Catamarca y La Rioja. En la misma época apareció en el noreste del país en citrus, los cuales producían frutos de poco tamaño, en ramilletes y con la cáscara muy dura.
“En este caso, la sintomatología es diferente a la tradicional, ya que suele aparecer una clorosis internerval con puntos necróticos”, aclaró. Con relación a la presencia de la bacteria en olivo, comentó que se habían registrado algunos casos en California y que en 2013 había aparecido, asociada con otros hongos, en Italia. “Es la primera vez que llega a Europa y, debido al daño potencial que podría ocasionar en la producción, ya comenzaron a erradicarse las plantas infectadas”, concluyó.
RIA