El negocio mundial de los frutos secos atraviesa un periodo de transformaciones profundas. La combinación de menor oferta, condiciones climáticas extremas y tensiones políticas ha impulsado un alza en los precios, obligando a productores y compradores a replantear sus estrategias.
En ese contexto, Chile emerge con una propuesta de valor diferenciada: no compite por volumen, sino por calidad, frescura y consistencia, atributos que hoy marcan la diferencia en las mesas de negociación internacionales.
El mercado ya refleja estas tensiones. Mientras Argentina sorprendió en el primer semestre con compras récord para luego desplomarse en el segundo, en Europa las lonjas españolas han registrado aumentos superiores al 25% en sus cotizaciones, tanto en almendras convencionales como orgánicas. California, por su parte, arrastra cinco temporadas de incertidumbre derivadas de reportes de cosecha cuestionados y de la guerra arancelaria, debilitando la confianza entre productores, cooperativas y compradores.
Chile, en contraste, llega a la temporada sin almendras en stock, lo que anticipa liquidaciones diferenciadas y precios firmes. La ausencia de inventarios refleja no solo una buena colocación comercial, sino también una demanda creciente por los atributos de su producción. En paralelo, las avellanas chilenas se han convertido en un referente global: su frescura al arribo, la homogeneidad en la calidad y la consistencia en los envíos permiten obtener sobreprecios frente a competidores tradicionales.
El desafío productivo no ha estado exento de dificultades. La variedad Carmel, ampliamente cultivada, enfrenta un serio problema genético de muerte de yemas que, agravado por la sequía, ha forzado a muchos agricultores a reemplazarla por opciones más resilientes como Monterrey. La innovación tecnológica se abre camino con polinización vía dron y con la adopción de portainjertos de mayor tolerancia.
El clima también ha sido un actor decisivo. Las heladas de septiembre en los valles centrales dejaron huellas visibles en los huertos, con registros de hasta -2 °C que dañaron brotes en plena etapa sensible. Situación similar se vivió en Argentina, donde los -6 °C de principios de mes pusieron a prueba las medidas de mitigación. Estos episodios han fortalecido la convicción de que la prevención es la herramienta más eficaz contra la entrada de hongos y bacterias tras el daño en madera.
El manejo de huertos se ha vuelto más estratégico: ajustar fertilización con base en proyecciones, equilibrar riegos para reducir desórdenes hormonales y realizar podas tempranas en primavera son hoy prácticas clave. El objetivo es mantener la productividad y evitar retrocesos frente a condiciones cada vez más exigentes.
Fuera de Chile, Europa estima una caída de 10% en su cosecha 2025, mientras Australia proyecta estabilidad con un 4% adicional de huertos adultos y buenas reservas de agua para la próxima temporada. En California, el USDA pronostica un aumento del 18% en la producción de nueces, alcanzando 644.100 toneladas, pese a una leve reducción en superficie.
El aporte chileno se valora por su calidad más que por su tamaño. Los encuentros internacionales recientes lo demostraron: compradores dispuestos a pagar más por la confiabilidad de una industria pequeña, pero sólida. En ferias como Fruit Attraction, donde se presentan innovaciones como la nueva variedad española DIVINA, Chile observa con atención, consciente de que la adaptación genética y el desarrollo de nuevas variedades marcarán el rumbo.
En este escenario, Chile consolida su identidad como un proveedor boutique de almendros y nueces, reconocido por consistencia, frescura y diferenciación en un mercado global cada vez más competitivo.