Aunque todavía es un ecosistema de menor escala frente a Estados Unidos o Europa, la industria foodtech de América Latina está acelerando su maduración con propuestas de alto contenido científico y tecnológico.
La región comienza a posicionarse en nichos estratégicos como la biotecnología aplicada a alimentos, la fermentación de precisión, los ingredientes funcionales y el envasado sostenible, áreas que concentran un creciente interés de fondos de capital emprendedor en etapas tempranas.
“El apetito de los inversores está creciendo, especialmente entre aquellos que buscan innovación disruptiva en fases iniciales, donde las valoraciones aún son razonables y el potencial de diferenciación es alto”, explica Borini, analista del sector. A esto se suma una ventaja estructural: la abundancia de biomasa, subproductos agroindustriales y talento científico que permite desarrollar soluciones con impacto global desde Latinoamérica.
Un caso representativo es Kresko RNAtech, startup fundada en Buenos Aires en 2021, que utiliza inteligencia artificial para descubrir ácidos ribonucleicos (ARN) con beneficios para la salud humana. Su plataforma propietaria, Serkanto-AI, integra grandes volúmenes de datos públicos y privados para predecir dónde se encuentran ARN nativos a lo largo de la cadena de suministro alimentaria y cómo interactúan con las células humanas.
Gracias a este enfoque computacional, la compañía redujo drásticamente los tiempos de I+D: el proceso de descubrimiento de ingredientes pasó de aproximadamente dos años a solo dos meses. Hasta el momento, Kresko RNAtech ha desarrollado más de 50 ingredientes en fase de prueba de concepto, una cifra relevante para una startup deep tech en etapa temprana.
Entre sus desarrollos más avanzados se encuentra DormoRNA, una mezcla patentada de 15 ARN dietéticos extraídos de leche fresca. Según Borini, el ingrediente actúa como potenciador de la serotonina, reduce los niveles de cortisol, protege la barrera intestinal y, en estudios con voluntarios humanos, demostró aumentar la duración del sueño REM, fase clave para un descanso profundo y reparador. Estos resultados posicionan al ARN dietético como una nueva frontera dentro de los ingredientes funcionales.
En paralelo, la sostenibilidad y la economía circular ganan peso en la agenda industrial. Desde São Paulo, Upcycling Solutions está utilizando inteligencia artificial para impulsar el supraciclaje de subproductos agroalimentarios en Brasil. Nacida en 2022 como consultora, la empresa hoy desarrolla una plataforma digital que permite a fabricantes de alimentos y bebidas identificar, evaluar y valorizar flujos secundarios desde una perspectiva técnica, económica y nutricional.
“La IA nos ayuda a conectar empresas que generan subproductos con aquellas que buscan ingredientes supraciclados, ya sea por razones de sostenibilidad o por su perfil nutricional, como alto contenido proteico o de fibra”, explica Natasha Pádua, cofundadora de la startup. Este modelo cobra especial relevancia en un contexto regulatorio más exigente: la Política Nacional de Residuos Sólidos de Brasil fija como meta recuperar el 48% de los residuos sólidos municipales para 2040.
Otra empresa argentina que refleja el avance científico del ecosistema es Future Biome, fundada en 2022 y recientemente finalista en la Copa Mundial de Tecnología Alimentaria. La compañía produce hongos ricos en fibra mediante fermentación de precisión, con el objetivo de mejorar la salud intestinal del consumidor. “Estamos desarrollando fibra altamente funcional en dosis muy bajas; con miligramos es posible obtener beneficios que normalmente requieren grandes volúmenes de alimentos”, señala su CEO, Soledad Gurovic.
Desde una perspectiva comercial, Future Biome prioriza el mercado estadounidense, donde el marco regulatorio —especialmente el proceso GRAS— ofrece mayor previsibilidad para la aprobación de nuevos ingredientes. Esta estrategia evidencia uno de los principales desafíos regionales: traducir innovación científica en escalabilidad global, superando las barreras regulatorias locales.
En conjunto, estos casos muestran que el foodtech latinoamericano ya no solo innova por costo o proximidad a materias primas, sino por ciencia aplicada, datos y tecnología de frontera.













