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Se renuevan las opciones de batata

Argentina Agricultura

Con resultados positivos, técnicos del INTA evaluaron el desempeño productivo de algunas variedades por su rusticidad, bajo requerimiento de agua y alto contenido de azúcares. Se destacan por la aptitud para el cultivo agroecológico. En San Luis, Argentina, los horticultores pronto tendrán nuevas variedades de batata para sembrar en sus lotes.

La posibilidad surgió de la mano de técnicos del INTA, quienes llevaron a cabo un ensayo para evaluar el desempeño productivo de los cultivares Boni INTA, SP 1428 y SP 1436. Con resultados positivos, estos materiales presentan rusticidad, bajo requerimiento de agua y alto contenido de azúcares. Además, se destacan por su aptitud para el cultivo agroecológico, una alternativa para innovar en la zona.

“El ensayo buscó conocer la adaptación a las condiciones agroclimáticas locales de estos materiales y su capacidad productiva, con el objetivo de difundirlos para la producción regional de batata”, explicó Estela Blanco, especialista del INTA San Luis.

Respecto de las variedades evaluadas, se destacó Boni INTA, ya inscripta y disponible para la venta, de textura semihúmeda, piel y pulpa anaranjada, ciclo corto, follaje abundante y alta cobertura del suelo. También fueron evaluados los cultivares SP 1428 y SP 1436, ambos en etapa de experimentación, con buena capacidad de cobertura de suelo y ciclo corto. El primero se caracteriza por producir batatas de piel morada y pulpa naranja, y el segundo de piel morada y pulpa crema.

De acuerdo con Blanco, “estos materiales poseen características distintivas, que los vuelven interesantes para los productores”.

En esta línea, señaló que las variedades presentan rusticidad, debido a que no son exigentes en Ph ni en fertilidad del suelo, bajo requerimiento de agua y un ciclo corto de crecimiento –de entre 110 y 120 días–, característica importante para la zona, ya que el cultivo es sensible a las heladas.

“Otras cualidades son su alto contenido en azúcares, apreciado cuando la producción se destina a la industria, y su buena conservación, conveniente para la venta como hortaliza”, indicó el técnico, quien añadió: “Es un cultivo que puede realizarse prácticamente de manera agroecológica, según la escala”.
El ensayo se diseñó con un planteo de bloques completamente aleatorizados, con tres repeticiones. El marco de plantación elegido fue de 0,8 metros entre surcos por 0,3 metros entre plantas. En tanto, la superficie utilizada por cada variedad fue de 24 metros cuadrados, mientras que el área total abarcó 72 metros cuadrados.

El promedio de rendimiento fue de 19 toneladas por hectárea, que, prácticamente, iguala al obtenido en otros ensayos realizados en San Luis con el cultivar Arapey –en este caso, el promedio exacto fue de 19.3–. A su vez, los valores superan el promedio registrado en la zona de San Pedro, de 17 toneladas por hectárea.

Con relación a la calidad, se obtuvieron materiales de buena forma y con buen rendimiento culinario (buen sabor, color y dulzura). La producción ascendió a 64.2 kilos para Boni INTA; 17.08 para SP1436 y 60.3 para SP 1428: 60.3 kg, un total de 141 kg incluido el descarte.

“Estos rendimientos fueron obtenidos con un manejo de cultivo sin fertilización y prácticamente de secano”, aclaró la técnica. Con los datos de peso de los tubérculos cosechados, se efectuaron algunos análisis para detectar diferencias significativas entre las variedades. La comparación de los grupos de peso no arrojó variancias relevantes entre los tres cultivares, aunque Boni INTA obtuvo mayores pesos en los grupos medios (de 150 hasta 850 gramos).

Pese a que algunas variedades llegan a florecer, la formación de flores y semillas es esporádica y, por este motivo, se recomienda la siembra de plantines, obtenidos de tubérculos almacenados hasta la primavera. “Es fundamental conservar los mejores tubérculos para la obtención de plantas para el año próximo”, apuntó Blanco.

Durante el período de crecimiento, se evaluaron el estado general, la cantidad de plantas por parcela y otras actividades como escardilladas y riegos. Los datos se registraron a los 15, 30, 45, 80, 110 días y cosecha. Otros datos relevantes registrados fueron las precipitaciones durante el período, 465.2 mm en todo el ciclo, y la ocurrencia de heladas, con un pico de 1.1°C bajo cero el 27 de abril de 2017.

“El riego es necesario en dos períodos críticos: en la implantación, cuando se define el número de batatas que tendrá la planta, y en la tuberización, que determina el peso total de las batatas”, explicó la especialista. En este ensayo, se efectuó un solo riego, el de implantación, ya que hubo precipitaciones suficientes para la segunda etapa.

Luego de la cosecha, se realizó el “curado” de las batatas en estufas a 30°C y alta humedad. Luego se estacionó el material en bolsas a 15 °C para conservarlos hasta septiembre, fecha en que deben iniciarse los almácigos. De acuerdo con Blanco, los resultados obtenidos “son promisorios y hacen factible la difusión en el territorio de estas variedades”. Para ampliar los datos obtenidos, los especialistas prevén realizar un segundo año de pruebas. Los ensayos fueron realizados en el predio experimental del INTA San Luis, en el marco del Proyecto Nacional de Batata del instituto.

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