Food News Latam - A una década del negocio que sorprendió al mundo, brasileña 3G Capital completa su salida de la gigante de los alimentos Kraft Heinz

 

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A una década del negocio que sorprendió al mundo, brasileña 3G Capital completa su salida de la gigante de los alimentos Kraft Heinz

Procesos / Envases Brasil

La operación, que en 2015 fue considerada como el negocio del año, catapultó al private equity sudamericano a las grandes ligas de los acuerdos corporativos y marcó el inicio de su estrecha alianza con Warren Buffett.

La operación marcó un hito en el mundo de los negocios, el 14 de febrero de 2013 -el día de los enamorados- la firma brasileña de private equity, 3G Capital, anunció una alianza con Berkshire Hathaway, la empresa fundada por el famoso inversionista y gurú de las finanzas, Warren Buffett, para comprar a la gigante estadounidense de la industria de los alimentos Kraft.

El plan era adquirir Kraft para deslistarla de bolsa y fusionarla después con su rival, Heinz. El meganegocio finalmente se concretó dos años después, con un desembolso equivalente hoy a US$ 44 mil millones, y llevó a la creación del quinto mayor grupo del sector de los alimentos a nivel mundial.

La operación no sólo catapultó a 3G Capital a la primera línea entre los líderes mundiales en acuerdos corporativos, sino que además marcó el inicio de una estrecha amistad y relación de negocios entre los inversionistas brasileños y Buffett.

3G Capital, que además controla AB InBev, la mayor cervecera del mundo, y las cadenas de comida rápida Burger King, Tim Hortons y Popeyes, fue fundada por Jorge Paulo Lemann, Carlos Alberto Sicupira y Marcel Herrman Telles, tres de los mayores multimillonarios de Brasil y dueños de una fortuna combinada de cerca de US$ 35 mil millones, según el último ranking de la revista Forbes.

Sigilosa partida

Pero, tras casi una década, y de manera sigilosa, la apuesta de 3G Capital por Kraft Heinz llegó a su fin. Sin que el mercado lo notara, la firma de capital privado terminó de vender en el cuarto trimestre el 16,1% restante que le quedaba todavía en el grupo, marcando así, el fin de una era para la industria. El sorpresivo desenlace fue revelado por un reportaje de la cadena estadounidense CNBC, y fue replicado por los medios a nivel global.

Pero el distanciamiento ya había comenzado hace algunos años, al igual que el declive de la influencia de los sudamericanos en la multinacional, ya que en julio de 2022, 3G Capital perdió los tres asientos que le quedaban en el directorio.

“3G no ha estado involucrada en la administración ni ha estado en el directorio por varios años. Se había mantenido como inversionistas y era tratada como lo hacemos con todos nuestros inversionistas”, dijo Kraft Heinz en una declaración enviada a la cadena estadounidense. “Nos enteramos por un reciente reporte (al regulador) que 3G salió completamente de la participación accionaria de Kraft Heinz en 2023”. Sin embargo, el grupo destacó que Berkshire, de Buffett, se mantiene como su mayor accionista con una participación de 26,8%.

Auge y caída

Al comienzo el negocio fue un rotundo éxito. 3G recurrió a su famosa estrategia de implementar presupuestos de base cero en sus compañías de cartera, la misma que había aplicado cuando años antes había creado AB InBev a través de una serie de megafusiones.

Los nuevos controladores partieron por cortar todo el exceso de grasa, lo que elevó las ganancias y les ganó el favor del mercado.

En 2016, el grupo registró ingresos por US$ 26.300 millones, 40% más que antes de la fusión, con una utilidad operacional de US$ 6.100 millones. Pero al poco tiempo, los cambios en los hábitos de alimentación de los consumidores hacia productos frescos más saludables sorprendieron a los nuevos administradores mal parados. 3G intentó recurrir a su viejo manual de jugadas y orquestó una oferta por el negocio de alimentos de Unilever, pero la gigante británica se resistió a sus esfuerzos y la fusión fracasó.

La crisis finalmente estalló en 2019, cuando Kraft Heinz anunció un fuerte recorte de sus dividendos, amortizó US$ 15 mil millones en activos por pérdida de valor en sus principales marcas y reveló que el regulador del mercado en EEUU la estaba investigando por fraude contable.

Poco después, el propio Buffett le puso la lápida al negocio al reconocer que habían sobrestimado el valor de las marcas y pagado demasiado por las empresas.

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