La industria cárnica uruguaya ha ganado prestigio internacional gracias a su enfoque en la calidad y la exportación, posicionándose como uno de los principales proveedores de carne en el mercado global.
Este éxito ha llevado a especialistas a preguntarse cuánto del modelo uruguayo puede ser replicado por otros países de la región, como Argentina.
En este artículo, exploraremos las claves del éxito de Uruguay en el sector cárnico, las diferencias y similitudes con Argentina, y las oportunidades de colaboración y competencia en el ámbito internacional.
Gerardo Zambrano, presidente de Zambrano & Cia de Uruguay, ha destacado en múltiples ocasiones el perfil exportador de la industria cárnica uruguaya. A diferencia de Argentina, un país con un alto consumo de carne per cápita, Uruguay se caracteriza por tener un consumo interno relativamente bajo. Esto ha obligado al país a enfocarse en la exportación como su principal motor económico en el sector ganadero.
Uruguay cuenta con aproximadamente 16 millones de hectáreas productivas, de las cuales una parte considerable está destinada a la ganadería. Aunque la agricultura, la forestación y la lechería también son importantes, la carne ha sido el producto estrella.
«La exportación pasa a ser un elemento clave para la producción de carne», afirma Zambrano, quien además subraya que la calidad es el principal diferenciador del país en los mercados internacionales.
Una de las razones por las que Uruguay se ha consolidado como un proveedor de carne de calidad es su inversión en genética y trazabilidad. El país fue el primero en el mundo en implementar un sistema de trazabilidad obligatoria, que abarca toda la cadena de producción, desde el nacimiento del animal hasta su comercialización.
Esto no solo garantiza un control riguroso de la calidad, sino que también proporciona transparencia y confianza a los compradores internacionales.
Zambrano señala que esta atención al detalle ha permitido a Uruguay posicionarse junto a Argentina como un proveedor de carne premium, a diferencia de Brasil, que, debido a su tamaño y escala de producción, se enfoca más en el volumen que en la calidad. Sin embargo, Brasil también tiene áreas de producción donde se trabaja con estándares elevados, lo que crea una competencia variada dentro del Mercosur.
Argentina, tradicionalmente reconocida por su carne de alta calidad, enfrenta el desafío de equilibrar su consumo interno con las necesidades de exportación. A pesar de que la calidad de la carne argentina sigue siendo muy valorada, el país ha tenido dificultades para competir en el mercado internacional debido a su alto consumo per cápita.
Esto ha resultado en una menor disponibilidad de productos para la exportación en comparación con Uruguay, que ha logrado reducir la edad de faena y aumentar el peso de las carcasas, haciéndolas más competitivas en mercados exigentes como la Unión Europea.
A diferencia de Uruguay, que ha logrado mantener un enfoque constante en la calidad, Argentina se ha visto limitada por la necesidad de satisfacer a su propio mercado interno. Esto ha llevado a que los animales sacrificados en Argentina sean, en su mayoría, más jóvenes y con carcasas más ligeras, destinadas principalmente al consumo doméstico. No obstante, los productores argentinos han comenzado a explorar nichos de exportación de alta calidad, lo que sugiere una posible convergencia con el modelo uruguayo.
A pesar de su éxito, Uruguay también enfrenta desafíos en su participación dentro del Mercosur. Según Zambrano, el bloque comercial ha sido más un obstáculo que una ayuda para Uruguay en el sector cárnico. Las restricciones impuestas por el Mercosur han limitado la capacidad del país para negociar acuerdos bilaterales con mercados clave, como Estados Unidos y China, lo que ha afectado su competitividad frente a otros países productores de carne.
Además, la relación comercial con la Unión Europea ha sido complicada debido a las estrictas regulaciones ambientales que el bloque impone. La reciente implementación de nuevas exigencias relacionadas con la deforestación ha generado críticas por parte de los productores uruguayos, quienes consideran que estas restricciones son injustas, dado que Europa no implementó medidas similares en el pasado.
China ha sido un destino fundamental para las exportaciones cárnicas de Uruguay. A pesar de que el mercado chino no es especialmente exigente en términos de calidad, la gran demanda de carne ha permitido a Uruguay encontrar un nicho en este país. Sin embargo, Zambrano advierte que, a medida que los consumidores chinos se familiaricen con productos de mayor calidad, la demanda por carne premium podría aumentar, lo que abriría nuevas oportunidades para Uruguay.
Si bien Brasil ha logrado establecer convenios de abastecimiento masivo con China, Uruguay ha adoptado una estrategia diferente, centrada en nichos de calidad en lugar de volumen. Esta diferenciación ha sido clave para mantener su competitividad en un mercado tan vasto y diverso como el asiático.
El modelo uruguayo ofrece lecciones valiosas para Argentina, un país que tiene el potencial de convertirse en un líder en el mercado cárnico internacional si logra equilibrar su consumo interno con su capacidad exportadora. La calidad de la carne argentina sigue siendo un activo clave, pero la industria necesita adaptarse a las demandas de los mercados internacionales para maximizar su potencial.
Además, la posibilidad de establecer alianzas regionales entre Uruguay, Argentina y Brasil para mejorar la comercialización conjunta de la carne ha sido discutida en varias ocasiones.
Sin embargo, factores como las diferencias en los costos de producción, las barreras sanitarias y las estrategias de exportación han dificultado la implementación de un frente común en la región.La industria cárnica uruguaya ha demostrado que es posible destacar en el mercado internacional a través de un enfoque en la calidad, la genética y la trazabilidad.
Si bien Argentina cuenta con similitudes en términos de producción, debe enfrentar los desafíos de su alto consumo interno y adaptar sus estrategias para competir en mercados globales. La cooperación regional, aunque complicada, podría ofrecer nuevas oportunidades para ambos países en el futuro, consolidando a Sudamérica como un reservorio mundial de carnes de alta calidad.