Residuos de plaguicidas en productos básicos de Uruguay revelan una situación crítica sin un control exhaustivo. La reducción en la capacidad de análisis y la falta de regulaciones efectivas subrayan la necesidad de implementar medidas de vigilancia sólidas y fomentar prácticas menos dependientes de químicos en la agricultura.
Según informó el diario digital uruguayo Brecha, en Uruguay la presencia de agrotóxicos en alimentos es motivo de creciente preocupación. Sin embargo, la información disponible es limitada y fragmentada, lo que dificulta tener un panorama claro de la situación. Entre 2022 y 2024, se recopilaron datos mediante 13 pedidos de acceso a la información pública, revelando una alarmante presencia de plaguicidas en varios alimentos. La falta de transparencia complica un entendimiento preciso del problema.
Historial del uso de agroquímicos
Desde hace más de cinco décadas, la agroindustria ha recurrido a productos químicos para mejorar la productividad, afirmando que estos no dañarían la salud humana ni el medio ambiente. Sin embargo, estudios recientes han vinculado la exposición a estos químicos con diversas enfermedades en comunidades cercanas a cultivos tratados con agrotóxicos. Investigaciones del Instituto de Salud Socioambiental de Argentina han asociado el uso de plaguicidas con un aumento de enfermedades como hipotiroidismo, malformaciones congénitas y cáncer.
Resultados preocupantes en Uruguay
Los análisis realizados en Uruguay revelan resultados inquietantes, especialmente en frutas, verduras y carnes. El Ministerio de Ganadería, Agricultura y Pesca reportó datos limitados sobre residuos de glifosato y tebuconazol en trigo y cebada, sin especificar si exceden los límites permitidos. Asimismo, el Laboratorio de Bromatología de Montevideo detectó 14 agrotóxicos en frutas y verduras, algunos excediendo las normas nacionales, mientras que plaguicidas prohibidos en la Unión Europea siguen utilizándose.
Más hallazgos en productos animales y agua
En productos como carne, leche y miel, se hallaron residuos de insecticidas que superan los límites nacionales, y algunos están prohibidos en Europa. Asimismo, la Intendencia de Montevideo realiza análisis limitados de glifosato en agua embotellada, detectando en ocasiones niveles superiores a los estándares europeos, aunque dentro de las normativas locales.
Falta de exhaustividad en los estudios
Existe una evidente falta de estudios exhaustivos. No se realizan análisis multirresiduos de plaguicidas en agua potable ni se examinan productos básicos como maíz y arroz. Aunque el Laboratorio Tecnológico del Uruguay evalúa residuos en ciertos granos, la confidencialidad de resultados por acuerdos comerciales impide el acceso a información crucial para la salud pública.
Reducción en la capacidad de análisis
El Laboratorio de Bromatología de la Intendencia de Montevideo ha reducido significativamente la cantidad de muestras analizadas anualmente, generando dudas sobre la vigilancia alimentaria. La disminución del volumen de datos sugiere la falta de un marco regulatorio adecuado y actualizado para controlar los residuos de agrotóxicos de manera efectiva.
La ausencia de estudios sobre efectos humanos
También preocupa la ausencia de estudios sobre la presencia de agrotóxicos en fluidos humanos o la interacción de múltiples químicos agrícolas. La transparencia sobre el origen y la seguridad de los alimentos, especialmente de productores no auditados regularmente, es escasa.
Incertidumbre y necesidad de acción
La falta de transparencia y las omisiones en los estudios plantean serios interrogantes sobre la seguridad alimentaria en Uruguay. Aunque existen iniciativas como el Plan Nacional de Agroecología para promover prácticas sostenibles, su implementación enfrenta retos debido a la falta de financiamiento y apoyo institucional.
Hacia una agricultura segura y sostenible
Aunque la información pública apunta a la presencia de residuos de agrotóxicos en alimentos uruguayos, la falta de análisis sistemáticos y confiables mantiene incertidumbres sobre la magnitud del problema. Avanzar hacia una agricultura más segura y sostenible exige mayor transparencia y la promoción de alternativas menos dependientes de químicos en la producción agrícola.