La dieta mediterránea es el estándar de oro para la nutrición saludable y se asocia con un menor riesgo de eventos cardiovasculares. Tradicionalmente, la dieta mediterránea se caracteriza por el alto consumo de frutas, verduras, cereales, pescado y consumo moderado de vino, con escasa ingesta de productos lácteos y carne roja. Lo más importante, los beneficios de la dieta mediterránea se han atribuido a la alta ingesta de grasa monoinsaturada, en su mayoría representada por el aceite de oliva virgen extra (AOVE).
Los últimos resultados del estudio PREDIMED mostraron que AOVE añadido a la dieta mediterránea reduce el riesgo de eventos cardiovasculares en comparación con los controles. Entre el mecanismo potencialmente atribuible al efecto antiaterosclerótica, la prevención de la diabetes de nueva aparición podría tener un papel, pero la plausibilidad biológica de dicha asociación positiva todavía no está clara.
Se especuló que AOVE, sumado al de tipo comida mediterránea, podría mejorar el control glucémico postprandial a través de un mecanismo de estrés oxidativo mediado. Violi, de la Universidad Sapienza de Roma (Italia), junto a otros investigadores ha estudiado si AOVE tuvo algún efecto sobre el perfil de lípidos incluyendo el análisis de las lipoproteínas de baja densidad (LDL) -colesterol (LDL-C), los triglicéridos y la lipoproteína de alta densidad (HDL) (HDL-C).
Los estudios observacionales y de intervención demostraron consistentemente un efecto potencialmente beneficioso de AOVE en el proceso aterosclerótico, pero el mecanismo subyacente es todavía indefinido. Los datos sobre el impacto de AOVE en el perfil glucémico y lipídico posprandial todavía faltan. La novedad de este estudio está en la demostración de que AOVE mejora el control de la glucemia posprandial mediante la reducción y el aumento de la glucosa en sangre y la insulina, respectivamente.
Para investigar si estos cambios en la glucosa en suero y lipoproteínas de baja densidad (LDL) -colesterol (LDL-C) eran peculiares de AOVE, compararon AOVE contra el aceite de maíz con respecto a los cambios del perfil glucémico y lipídico posprandial. También este experimento confirmó que mejoró significativamente tanto el perfil glucémico y lipídico en comparación con el aceite de maíz por lo que sugiere que sus componentes pueden influir favorablemente en la glucosa y el metabolismo del colesterol.
No podemos excluir que el aceite de maíz puede tener efecto positivo en comparación con el control ya que esta cuestión no se investigó en el presente estudio. El estudio se ha realizado en sujetos sanos y, por lo tanto, se necesitan estudios adicionales para ver si AOVE tiene tal efecto beneficioso en pacientes con diabetes o dislipidemia. Finalmente queda por establecer si los cambios observados con AOVE persisten crónicamente.
Mientras que nuestros resultados proporcionan una posible explicación para la asociación inversa entre la dieta mediterránea y el riesgo de diabetes, ya que el glucagón-1 (GLP-1) puede reducir la apoptosis celular en las células beta pancreáticas y promover la proliferación de células β, el efecto positivo de AOVE en la insulina y LDL C abre nuevas vías para contrarrestar los efectos potencialmente perjudiciales sobre la función vascular relacionada con picos post-prandial de la glucosa y de los lípidos.
En conclusión, AOVE tiene un efecto beneficioso sobre el perfil glucémico y C-LDL postprandial por lo que proporciona una novedosa información sobre el mecanismo potencial que representa el efecto antiaterosclerótica de la dieta mediterránea.
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